El Dr. Ricardo Ruiz, jefe de servicio de Dermatología de este hospital y director de la Clínica Dermatológica Internacional lo acogió en casa y Gilby se hizo amigo de sus hijos. “Era curioso”, cuenta el doctor, “porque después de la cirugía, con la comodidad material con la que vivía en Madrid, su ilusión era volver a Burundi y enseñar a sus hermanos lo bien que había quedado”.
Gracias al apoyo y la implicación de la Dra. Marta Conde, presidenta de la Fundación Kyrikú que cuenta con una importante presencia en Burundi, el Dr. Ruiz, patrono de esta fundación, viajó al país africano y vio de primera mano las necesidades dermatológicas que tenían los niños burundeses.
Vieron decenas de niños con todo tipo de lesiones cutáneas sin diagnosticar y sin tratar. Les llamó la atención que, en el quirófano, los cirujanos tiraban a la basura las piezas que extirpaban, ya que no disponían de laboratorio para analizar el material. Esta carencia dificultaba el diagnóstico preciso y el tratamiento adecuado de diversas enfermedades cutáneas y otras afecciones. Con el apoyo de Fundación Recover, el Dr. Ruiz propuso a Fundación Kyrikú, llenar este vacío en la infraestructura sanitaria de Burundi.
Por qué este laboratorio
La actividad de un laboratorio de anatomía patológica es una parte imprescindible en la medicina moderna ya que es la forma de diagnosticar enfermedades con seguridad para poder instaurar el tratamiento adecuado.
“El laboratorio de Burundi nos va a ayudar en primer lugar a poder diagnosticar si una lesión que aparezca en la piel o en cualquier órgano interno es infecciosa o tumoral, o si es maligna o benigna. Sólo con esa información podemos plantear un tratamiento antibiótico, si fuera infeccioso, o quirúrgico si fuera maligno”, explica el doctor.
El segundo pilar del laboratorio será el poder hacer citologías vaginales para poder diagnosticar precozmente el cáncer de cuello de útero. Y la tercera misión del laboratorio será poder determinar, a través de biopsias, el origen de las úlceras de la piel. Un porcentaje enorme de niños en Burundi tienen úlceras cutáneas, que son muy incapacitantes y en numerosas ocasiones llegan al hueso, que se infecta. Con este laboratorio se va a poder saber el origen de estas úlceras, para así poder instaurar un tratamiento efectivo.
Dos enfermedades que se podrían erradicar
En su viaje, el Dr. Ruiz detectó patologías como el pian y la úlcera de Buruli que son dos de las más de veinte enfermedades tropicales desatendidas que existen en el mundo según la Organización Munida de la Salud. El pian es una enfermedad endémica tropical producida por una bacteria muy similar a la que produce la sífilis. A pesar de que esta enfermedad también se la conoce como la “sífilis de los niños”, no se contagia por vía sexual sino por contacto directo piel con piel. La enfermedad se manifiesta en la piel en forma de grandes úlceras y costras, y con inflamación en los huesos.
“Las secuelas de esta infección son terribles, con formación de enormes cicatrices desfigurantes y dolorosas, así como destrucción de huesos. Lo sorprendente es que con tres pastillas de azitromicina se cura totalmente la enfermedad. Y tratando a la población de forma preventiva se puede erradicar la enfermedad de una región”, asegura el jefe de servicio de Dermatología del Hospital Ruber Internacional.
Por otro lado, la úlcera de Buruli es una enfermedad crónica causada por una micobacteria ambiental: Mycobacterium ulcerans. Esta enfermedad, que afecta a menudo a la piel y, a veces, al hueso, puede causar desfiguraciones permanentes y discapacidad de larga duración. No se conoce el mecanismo de transmisión de la enfermedad ni hay forma de prevenirla, pero con un tratamiento antibiótico adecuado el pronóstico es muy bueno.
«La creación de este laboratorio marca un hito importante en la atención médica de Burundi», comentó el Dr. Ricardo Ruiz. «Es un paso importante hacia el fortalecimiento de la infraestructura sanitaria y la mejora de la calidad de vida de miles de burundeses. Y nada de esto hubiera sido posible sin contar con el apoyo de la Dra. Marta Conde, el alma de esta iniciativa».
El proyecto, para el que también ha sido imprescindible contar con la Dra. Ana Belén Enguita, patóloga de la Clínica Dermatológica Internacional y del Hospital 12 de Octubre, y su equipo, consiste en la instalación de la infraestructura del laboratorio de anatomía patológica con todo su equipamiento en el Hospital Ngosi de Burundi. Pero, además, permitirá capacitar al personal local para que pueda garantizar la sostenibilidad del laboratorio a largo plazo. Para ello, Fundación Recover pone a disposición del hospital sus plataformas en línea, tanto para hacer formaciones como para apoyar con el diagnóstico mediante telemedicina. Además, se coordinará una misión al terreno con un equipo de voluntarios y profesionales de Fundación Recover, la Clínica Dermatológica Internacional, y el Hospital 12 de octubre; entre ellos, la propia Dra. Enguita, que ha diseñado y supervisará tanto las formaciones online como en terreno, y también el apoyo a la capacitación a distancia a través de la plataforma de Telemedicina.
La importancia de colaborar
La puesta en marcha de proyectos como este laboratorio de anatomía patológica solo es posible con la colaboración de nuestros socios y aliados. “Creo que siempre es interesante estar al día de las acciones que hacen fundaciones como Recover para implicarse de alguna manera. Personalmente creo que en este tipo de implicación siempre recibes mucho más de lo que das”, reflexiona el especialista.
“Es un privilegio para mí trabajar con Fundación Recover que no ha dudado en ofrecernos todo tipo de ayuda económica, material y logística para poder llevar este proyecto. Decía Schopenhauer que la salud no lo es todo, pero sin ella todo lo demás es nada. Poder ayudar a mejorar la salud de la gente es una verdadera suerte”, destaca el Dr. Ricardo Ruiz.
Él ya lo hace cada día.
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